viernes, 16 de marzo de 2012

Cuestión de Fe



Una vez iba caminando un almizclero, (un pequeño ciervo), por los bosques del Tíbet. El animal inquieto, perseguía sin descanso un olor que despertaba todos sus sentidos. Un perfume que le hacía dar vueltas y vueltas sobre la misma maleza. El olor a veces era más intenso, a veces el almizclero estaba más cerca de hallar la procedencia de esa fragancia, pero nada, inútil.

La esclavitud no se abolió, se puso en nómina.
Mucha indignación en las calles ¿pero cuántos viven sometidos a otros?
La Iglesia tan solo estableció unas normas y unos pecados. Incluso a día de hoy sientes escalofríos cuando pones el nombre de Dios en vano. Creas en él o no, estoy seguro de que Dios estaría más tranquilo si no sufrieras esos escalofríos.
Supongo que tendrás unos valores morales ya creas en Dios, en Buda, en la Semana Santa, en Eminem o en Fernando Torres.
No te puedes pasar toda la vida buscando una fragancia. Tu alma, desde lo profundo, te pide liberar tus pensamientos. Aporta, no te limites a mirar.
No le des la razón al Naturalismo francés. Más allá de la piel que habitamos, ya sea imperfecta o no, podemos volar con nuestras ideas. No busques algo divino para llenar algo vacío, pues es un acto abstracto.
Millones de perspectivas sobre Dios: unas leídas y releídas, otras muertas y otras ocultas, y yo desarrollo la de un francés.

En inglés, ser es lo mismo que estar,( verbo be), y en latín tanto el ser como la estancia quedan englobados en la existencia. Si no sabemos si somos, si estamos o si existimos, normal que dudemos, ¿no?
"Pienso, luego existo", etiqueta de presentación de un racionalista, René Descartes, que para lograr comer su pan de cada día y hacer su filosofía más sensacionalista debe profundizar en la interacción entre cuerpo y alma.
¿Qué es profundizar?, dentro de una sociedad en la que la instrucción pedagógica corría a cargo del alto clero, Descartes debe situar a Dios. En contradicción con su método cartesiano, ("no aceptar verdad alguna como tal hasta que se haya demostrado"), Descartes introduce al Todopoderoso como un ser perfecto e infinito. Al igual que asegura la existencia de un genio maligno, que viene a ser algo así como un diablillo jodido que busca que cometas errores,(¿dos más tres?), el error no corresponde a Dios, que es verdadero.
Descartes demuestra la existencia de Dios partiendo de las ideas innatas, (ideas que han nacido dentro de nosotros y de las que no tenemos experiencias), tales ideas como la perfección, la infinitud o la existencia.

Pasaron los días y pasaron los meses. ¿Serán aquellas flores?, ¿aquellas hiervas?, ¿el rastro de ese animal? El almizclero convirtió esta búsqueda en su vida. No descansaba, no comía, no dormía. El peligro de los montes o de los depredadores pasó a un segundo plano. El almizclero ya no tenía miedo, pero aquel olor le consumía lentamente.

¡Cuántos pensamientos censurados!, Dios, ¡cuántas llamadas de atención para demostrar tu existencia! Una existencia que no puede ser demostrada para un verdadero fiel pues la simple idea de res infinita ya lo es todo. A saber la multitud de pensamientos perdidos por culpa de una Iglesia que oprimió al propio Dios. ¿Fieles o sumisos? Gracias a Dios que existe tu genio maligno, sñ. Descartes, pues la apología del antropocentrismo renació.
Tienes que creer en tus posibilidades.
Tienes que creer en tu valía y en tus valores.
Tienes que creer en tu voluntad, para que cuando tengas el poder en la mano, ignores el dominio y escojas la libertad.

El sueño de la razón produce monstruos.
Muchas etiquetas racionalistas nos han llegado, y que hoy día no son más que meros axiomas que provocan el puro y duro escepticismo.
Millones de ideas y pensamientos tan distantes con los que no logramos siluetear los cimientos de lo que debe conformar nuestra personalidad. Ya no hay ninguna opresión, incluso puedes abrir un abanico de ideas innatas. El mayor engaño de la humanidad no es Dios, éste es como un genio maligno, una piedra talismán, el que te hace pensar dos veces.

Un día, el almizclero, exhausto, tropezó al borde de un precipicio y se cayó. Desgarrado el pecho, comenzó a lamérselo, y fue entonces cuando lo descubrió. Aquel olor cuyo origen tanto ansiaba descubrir residía dentro de él, en su corazón.

¿Crees en Dios o no?
Creo en mí mismo y en mi subconsciente.
Creo en la equidistancia: La proporción estaría arriba, la distorsión abajo, en el centro estaría la armonía.
Yo creo en poder alcanzar esa armonía y lograr mantenerla cuanto más tiempo mejor, con o sin la supervisión de un Dios, que desde luego no es el Dios de la Iglesia.

1 comentario:

  1. Me has dejado ojiplática con la entrada en su conjunto, pero más aún con ciertas frases...
    "una Iglesia que oprimió al propio Dios".
    Tratas en esta entrada un tema que, por ejemplo, Bakunin criticaba mucho, y es el de los intelectuales que respaldan a un dios que todos sus razonamientos e ideas le indican que no existe, como es el caso de Descartes, Einstein e incluso Kant.
    Además, tocas muy bien el racionalismo y la metáfora es, simplemente genial. Coincido en muchas cosas de las que dices. Y no me queda más que animarte a que sigas así y:
    Lo que somos lo vamos averiguando siendo, hay veces en las que me paro a pensar quién soy o qué quiero ser y me abrumo ante la cantidad de cosas que no soy ni quiero ser. :)

    ResponderEliminar